DESCORTESÍAS
En Madrid sólo se presta atención a quien más ruido político hace y la lealtad se da por obligada, ya lo indicó Marcelino Iglesias. Está claro que el régimen autonómico es aceptado todavía por fuerza mayor. A pesar de tanto pesar, del debate de ayer me quedo con esta frase: “En España la autonomía política favorece el desarrollo equilibrado y desde el punto de vista del Estado, esta forma de compartir el poder político recoge mejor la pluralidad de intereses territoriales y sociales, haciendo que las comunidades se sientan partícipes del proyecto común y de su desarrollo”. La pronunció José Ángel Biel y deseo que la razón le asista al presidente del PAR.
Para que Aragón tenga el rango y el peso que le corresponden, los aragoneses debemos seguir creciendo en nuestro autogobierno por nosotros mismos. De fuera, de cualquier lado del espectro político, no hay nada que esperar. Sólo la posibilidad de alcanzar acuerdos cuando de ellos se puedan derivar beneficios compartidos. En caso contrario, quien no mire por sí mismo, vivirá en el mayor de los olvidos porque cada cual barre sólo para casa. Por ejemplo, Aitor Esteban, portavoz ayer del PNV, cuestionó que Aragón pueda reclamar los derechos históricos que corresponden, según la Constitución, a los territorios forales. Es la más rancia ortodoxia peneuvista según la cual no hay que apetecer nunca para los demás, aunque les corresponda, nada de cuanto uno exige para sí.
El vasco prometió votar a favor de la toma en consideración del Estatuto de Aragón, igual que el portavoz de CIU, Jordi Xuclá, quien sí fue explícito al desear para los aragoneses los mismos logros que su partido pretende alcanzar para los catalanes. Hay que reconocer, no obstante, a Aitor Esteban que fuera el único diputado capaz de denunciar el “escaso interés” que el Congreso mostró hacia el Estatuto de Aragón. Agustí Cerda (ERC) anunció la abstención por deferencia hacia CHA. El hermanamiento entre los dos partidos quedó patente.
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